TODOS ERAN MIS HIJOS – TEATRO ESPAÑOL

Tener la posibilidad de disfrutar de un texto de Arthur Miller es siempre un aliciente. Una vez más la económica pero comprometida programación del Teatro Español nos regala una de esas obras que ponen los pelos de punta, un drama familiar con una soberbia crítica contra el sistema, las apariencias, el dinero y sobre todo la culpabilidad.

Ambientada en los años cuarenta, tras una guerra que ha devastado el país y las familias nos encontramos la familia de Joe Keller, un empresario que ganó dinero vendiendo armas y repuestos durante el conflicto. Un conflicto que se llevó a su hijo y poco después se descubre que también su reputación y el respeto de amigos, vecinos y familia.

La historia comienza con una visita inesperada, la bella novia de Larry, el hermano mayor, regresa a casa prendada ahora de su único barón vivo y deseando rehacer su vida. Su llegada hace mella en una demacrada madre que finalmente se va derrumbando poco a poco hasta el desenlace final, dramático y tenso a partes iguales cuando por fin estallan los sentimientos y los reproches.

La principal baza de esta obra es sin duda el reparto, muy entregado con el texto: Carlos Hipólito y Gloria Muñoz se meten en la piel del matrimonio regalando escenas desgarradoras mientras de otra parte tenemos una historia mucho más liviana (al menos la inicio) gracias a Fran Perea y Manuela Velasco, ambos sorprendentemente correctos sobre las tablas.


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1 Comentarios

  1. Check!

    Ver a Carlos Hipólito empieza a convertirse en un fijo en mi agenda, cada vez que aparece con un nuevo papel por los teatros madrileños. El tío es increíble y verlo con un texto de enjundia enamora.

    Por otra parte, me sorprendió bastante Fran Perea, que no me esperaba que se fuera a lucir tanto, sobre todo en un final que borda. No me llegó tanto el papel de Manuela.

    ¿Cuándo veremos a la Leti sobre las tablas?

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