De un tiempo a esta parte noto que no me da la vida para nada. Y cuando digo para nada es para nada. La sola idea de ir al super y tener que luchar para que el carro no se llene de chuches, galletas y demás cosas elegidas por el primogénito, la llantina en la línea de cajas para que le abra alguna de sus adquisiciones, ir cargada con todo al coche y que no te colabore la criatura diciendo que se monta en el asiento tu tía... Ese tipo de cosas que hacen que comprar sea lo más parecido a un infierno y que la visita al chino a por productos de primera necesidad a horas intempestivas sea el principal sustento familiar me hizo recorrerme un buen número de webs de compra on line.
Entre las muchas opciones esa de ir a comprar y que te lo lleven no me vale, sigo teniendo la parte que más odio de las compras, así que no me queda otra que intentar que mi despensa se llene a golpe de click y preferiblemente que me entreguen el pedido en el horario beneficioso elegido sin jorobar sueños, siestas o actividades extraescolares.
Y claro, las cosas están para probarlas. Y pedimos una super compra, te avisan que estés pendiente del móvil por si hay algún problema, que lo hubo, unas galletas no estaban en stock y preguntaron - a mi contestador - si podían cambiarlas por otras iguales del mismo precio. Al no contestar sacaron las galletas del carro y recalcularon el precio del pedido. Así que nos quedamos sin galletas pero no nos las cobraron. ¡Culpa mía, he de decir!

Por lo demás creo que pediremos alguna que otra vez más, sobre todo esas cosas pesadas, refrescos, leche,... porque todo llegó perfecto, con mucha fecha de caducidad y muy colocadito.
Vamos, que si progresan así serán toda una referencia.
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