
Da igual cuantas veces limpies, las pelotas salen en cuanto te das la vuelta. Como sus amigas tradicionales pero estas son más molestas aún ya que si se te ocurre usar el elemento líquido para erradicarlas se convierten en churros negros que se expanden por el suelo y de difícil neutralización.
Al principio lo llevábamos con dignidad. Como es un piso nuevo pensábamos que era polvo de obra. Ahora las teorías son más evolucionadas. Yo creo firmemente que en esta casa han llevado a cabo algún ritual en su construcción y ahora está poseída por espíritus de polvo. Si no no es normal que levantes sofá, camas, muebles y cuando termines de limpiar ya estén de nuevo allí, agazapadas y multiplicándose exponencialmente cada segundo.

Voy a neutralizar el último grupúsculo pelotudo que me mira con desdén desde detrás de la puerta. ¡Os mantengo informados!
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