LOS BOLOS

Existe una norma no escrita en la bolera. No es esa que tiene que ver cono que cada persona que entra sana puede salir con hongos en los pies, es algo mucho más profundo:

Todo tipo que cree estar bueno sabe jugar a los bolos.

De hecho no sólo sabe jugar si no que parece que está capacitado por algún tipo de don divino para intentar enseñarte a hacerlo mejor. No importa su sexualidad. Es decir, no se puede achacar al espíritu machista ya que los gays se pican incluso más que los heteros. Quizás compartan algún tipo de axioma de fe que tenga que ver con que contra más bolos tires la tienes más grande o que si coges la bola de 15 kilos en vez de usar la de 11 eres más macho... La cuestión es que la bolera es la nueva cuna de la testosterona.

Me atrevo a afirmar que ha terminado la era de los gimnasios. Antes los hombres se paseaban sudorosos y gallitos levantando pesas como posesos, ahora se dedican a tirar bolos por lo que al menos sudan menos y huelen mejor (sutilmente). Pero lo malo de esta nueva tendencia es esa manía tonta que tiene todo humano masculino de llevar razón sobre todas las cosas. Incluso defendiendo teorías más propias de los Mundos de Yupi. En algún momento de la relación hay que pasar la prueba de la bolera.

Si hay un grupo de féminas comprobaremos que no es importante hacer un pleno. Se trata de divertirse, en mi caso cuenta incluso más no romperse una uña en esa terrible trampa mortal que son las bolas. La primera vez que intenté jugar la bola salió en dirección contraria, es decir, hacia atrás. Me sentí realizada como mujer y dejé ipso facto el juego por el bien común. La segunda disfruté de una velada de féminas sin presión pero la tercera fue una pesadilla.

Cuatro caballeros decidieron que los bolos era su peculiar partida de Risk y querían conquistar Alemania, no contentos con machacar a las chicas al hacer plenos emitían ruidos victoriosos, gritos histéricos y gestos estrambóticos hacia el cielo como si hubiesen descubierto una cura contra el cancer. Cuando decidimos hacer lo mismo celebrando que no airábamos ni un bolo alguno echó una mirada perspicaz.

Curiosamente el atractivo físico es directamente proporcional con el orgullo de tirar más bolos. Parece que los machos con menor atractivo sexual disponen de mayor margen para hacer el ridículo frente a los que tienen la denominada “tableta” entre los cuales está mal visto no ganar.

Sinceramente creo que Darwin perdió su tiempo con el estudio de los animales para su teoría sobre la evolución cuando claramente debía haber estudiado al Hommus Bolus, mucho más rico en matices y complejidades. Daría para una enciclopedia.

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2 Comentarios

  1. No he ido nunca a jugar a los bolos, pero me pido la bola lila!!! Que super chula es!!!

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  2. Madre de Dios, Ana... mas de dos semanas sin publicar un post.
    Estas bien? O es que acaso alguien te dio con una bola de esas en la cabeza y tienes amnesia?
    XD

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