LA VENGANZA DE DON MENDO

En algún lugar de León, de cuyo nombre no puedo olvidarme, vivía un hidalgo pendenciero, jugador y mujeriego que de tanto trepar castillos y perder a las cartas perdió la cabeza enzarzado en su propia venganza. Esta es esencialmente la historia de La venganza de Don Mendo de Pedro Muñoz Seca, un clásico en verso adaptado por Tricicle. Y por adaptado no hay que entender edulcorado (aunque se ha decidido dosificar el lenguaje para los alumnos de la ESO), se ha variado sutilmente para que los once actores se conviertan en 25 personajes alocados y joviales que acaban con los monólogos con delirantes diálogos de Paco Mir que elimina el groso de las astracanadas (palabros inventados) para narrar una historia en verso sobre el amor, el engaño y la venganza en la convulsa España de las medias y los trovadores con Reyes promiscuos y damas trepas.

Sobre las tablas Javier Veiga, Laura Domínguez, Fermí Herrero, Carlos Heredia o Inma Ochoa entre otros, un elenco con caras muy conocidas y populares que ayudan a acercar aún más una visión teatral que lleva años representándose con éxito, no en vano es la cuarta obra más representada en los teatros de origen español tras Don Juan Tenorio, Fuenteovejuna y La vida es sueño a pesar de ser estrenada allá por 1918 siendo pues la más reciente de todas ellas.

Cierto es que la versión no es como la de Raúl Sender, es menos paródica y más asequible. Esta descafeinización no sólo tiene que ver con el menor encanto de Veiga con respecto al clásico, si no a que Triciclo se prepararon la adaptación como suelen hacerlo, con mucho sentido del humor y más en su “estilo”.

La primera baja es a la crítica de las comedias clásicas de nuestra literatura, eso se nota básicamente en supresión de algunas escenas y diálogos. De hecho la obra queda extrañamente corta en comparación con la original aunque conserve su esencia. En cambio se comprometen con detalles surrealistas en el vestuario asaltando sin pide elementos anacrónicos que van desde las gafas de uno de los protagonistas a botas de motorista o toallas de playa como capas.

Todo parece valer en el caso de Muñoz Seca y más aún si lo respalda el humor absurdo de Tricicle.

La obra se puede ver hasta el 25 en los Teatro del Canal de Madrid. Es aconsejable para todos los escolares con alergia a las obras clásicas, les quitará el miedo al verso y descubrirán el humor de una versión light de Don Mendo, pero no por eso menos efectiva.

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